Hace un par de años presentamos un proyecto de investigación sobre nativos digitales y educación, junto a Lucía Castellón, porque estábamos absolutamente convencidos de que nuestros estudiante habían cambiado y que por lo mismo, era necesario que como educadores nos adaptáramos a esta nueva realidad.

Pese a la gran cantidad de bibliografía que recopilamos y que éramos capaces de distinguir con claridad los síntomas que nos indicaban que la generación de los nativos digitales no era un escenario lejano y no aplicable para Chile, nos fue imposible reunir financiamiento.

Lo interesante del caso, es que las objeciones no provenían del ámbito metodológico o académico. Su origen estaba más en algo propio de lo que Bourdieu hubiera llamado como la lucha por mantener el poder dentro del campo de la educación.

Captura de pantalla 2014-01-17 a la(s) 12.40.31La crítica que esbozábamos era que el sistema educativo en su conjunto está obsoleto, porque corresponde a las necesidades de una sociedad que desapareció hace décadas. La típica metáfora de que si trajéramos un hombre del siglo IXX y lo soltáramos en el centro de cualquier ciudad y que se vería sobrepasado por los cambios y que, sin embargo, si lo lleváramos a una sala de clases de cualquier colegio o universidad,  se sentiría como en casa, es totalmente aplicable.

Nuestro sistema educativo está diseñado para una sociedad industrial de tipo fordista, que tuvo sus últimos estertores a principios de los años ochenta con el desembarco de los inefables “chicago boys”.  Estamos frente a una disyuntiva en la cual los datos nos indican que los jóvenes cambiaron desde el punto de vista cognitivo y cultural, al igual que los entornos económicos y políticos.

Lo que descubrimos con la investigación que finalmente hicimos sin ningún tipo de financiamiento, es que los jóvenes piensan de manera hipertextual, que siente una gran lejanía con el texto y que estudian de manera distinta. Que para ellos hasta el más simple trabajo, es una tarea a ser desarrollada en red, en donde la inteligencia colectiva y la cultura participativa, son las lógicas motoras de su actuación en el mundo real.

También aprendimos que los cambios llegaron para quedarse y que pese a que desde el mundo de la educación se insista en la fórmulas tradicionales, los estudiantes están operando con lógicas diferentes, que se ajustan más a lo que sucede en el mundo actual. Que el uso de las redes sociales, va a más allá de los cuentos distópicos de los especialista. Nos dice algo más importante: que sus formas de pensar, socializar y adquirir conocimiento cambiaron.

 

Resumen de resultados

Cobertura en prensa de la investigación:

 

 

 

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